9 de septiembre de 2016

Capitulando

Entre diminutos bosques de árboles dispersos que se pierden junto a las pequeñas calles de techos rojizos, me despedí de Islandia.
El último día lo dediqué a dejarme cautivar por la capital, un lugar que a bien seguro volveré a visitar. La sensación de la capital es un remanso de paz, bañada por las aguas y entre verdes jardines, es difícil no perderse entre la tranquilidad de sus calles de blancas fachadas, sus casas de baja estatura y sus tiendas de reducidas dimensiones, dan esa sensación de cercanía y lugar hogareño que uno siempre desea sentir.


Hveravellir