27 de agosto de 2016

Amanece

Ayer Islandia me mostró su lado más metamórfico. Comencé pedaleando temprano, tal vez demasiado pues descubrí los restos de lo que pudieron ser auroras boreales. 
Entre la bruma de la mañana tomé la decisión de cambiar mi plan de ruta de nuevo y en lugar de atravesar el desierto de las highlands, tan sólo rozarlo ya que los días pasan rapido y me arriesgaba a perder el transporte de vuelta a casa.
Aquí quedan para el recuerdo las imágenes caleidoscópicas, del sentimiento de pedalear saludando las cumbres nevadas de un volcán con el horizonte cambiante frente a mí. Y para acabar dormir bajo el abrigo del arcoíris y por vez primera, sin el murmullo de la lluvia como compañera.