El último día lo dediqué a dejarme cautivar por la capital, un lugar que a bien seguro volveré a visitar. La sensación de la capital es un remanso de paz, bañada por las aguas y entre verdes jardines, es difícil no perderse entre la tranquilidad de sus calles de blancas fachadas, sus casas de baja estatura y sus tiendas de reducidas dimensiones, dan esa sensación de cercanía y lugar hogareño que uno siempre desea sentir.
Hveravellir |
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