Bueno, ya sólo nos separa una puerta de estar más cerca del avión.
Preocupado gran parte del día con el exceso de peso y las dimensiones de la maleta de mano, al final, una buena cara de leche condensada arregla todo.
Por cierto, desde aquí mando un saludo a la maja azafata, que se olvidó pesar la caja mientras le contaba la aventura que estaba a punto de vivir en Islandia.
Total sólo me pasaba 7kg de lo estipulado, ahora falta que la caja llegue a su destino o me veo pasando las horas en la piscina de aguas calientes, hasta que me convierta en garbanzo.
(De momento blogger no me deja subir fotos, esto me recuerda a China)
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